Y bueno, llegó la tercera temporada de esta agradable sorpresa que, hace 3 años nos cautivó con su relato y atmósfera. En este caso el detective Harry Ambrose no es el principal protagonista de los hechos en cuestión, sino que acá pasa la posta al sospechoso de un crimen que se nos muestra al comienzo de la temporada. Eso no cambió. Hay una muerte, un secreto escondido, mucho suspenso, pero también vemos «algo más» del pasado de Harry, el policía interpretado por Bill Pullman.
La trama va, mas o menos así, todo parece tranquilo en la vida cotidiana de Jamie Burns, un profesor que tiene a su esposa embarazada. Esto se va a interrumpir cuando un viejo amigo (Nick) llegue a su casa a cenar, Jaime lo recibe sorprendido y allí podemos percibir un ambiente tenso. Terminada la comida, Jaime lleva a Nick a su casa y en el camino tienen un accidente en el que este último muere; sabemos que es por el choque que tuvieron pero no se nos muestran detalles del mismo. Lo importante es que Jaime se transformará en el principal sospechoso de la muerte de su amigo, dando así comienzo a un investigación en la que veremos, a través de flashbacks, el oscuro pasado de estos dos amigos. Harry se verá envuelto en los secretos del sospechoso, y hasta se involucrará con este.
La serie tiene un ritmo algo más lento que sus temporadas anteriores y su atmósfera no está bien lograda como lo hicieron antes. Las actuaciones no sobresalen y podremos encontrar que la investigación se verá enredada en cuestiones filosóficas, al igual que en la segunda temporada. La van a disfrutar si son seguidores de este género, aunque no creo que encuentren cuestiones novedosas durante los capítulos. Espero que la cuarta temporada, si es que la hay, vuelva con el ritmo que vimos antes y que, The Sinner supo tener en sus dos primeras entregas. La podés ver en Netflix.