Para empezar vamos a poner en claro que, 10 segundos en el mundo normal son, obviamente, 10 segundos. Ahora, esto no siempre sucede en el cine, un breve lapso de tiempo se puede convertir en una eternidad. O también se puede pasar al caso contrario, en un segundo de filmación, pueden transcurrir millones de años, como en «2001 Odisea del espacio» donde pasamos de la prehistoria a la mejor tecnología espacial. Elipsis y montaje en su mejor expresión.
Para clarificar esto recordemos lo que sucede en la escena de la Escalera de Odessa en «El Acorazado Potekim», film del año 1926 dirigido por Sergei Eisenstein; la caída de dicha escalera podría haber durado unos cuantos instantes o mucho más que lo que la física indica, pero el montaje se toma el tiempo justo como para hacernos partícipes de la tensión del film; y tomo esa escena en particular porque es la que impuso el montaje como un factor importante para la narración, lo cual antes no sucedía. Las filmaciones eran meras obras teatrales que no mostraban ninguna sorpresa. Gracias a Dios, todo cambiaría en los años siguientes. Se llegaría a la excelencia como en el caso de «Ford vs Ferrari» cinta ganadora del Oscar al mejor montaje 2019.
Pero ¿qué es el montaje entonces? Se podría resumir en pocas palabras: cortar y unir. Sin embargo no todo es tan sencillo como parece, es un trabajo arduo que necesita la precisión de un relojero suizo, hasta hace unos años, el montajista o montador era un trabajador del montón pero se hizo un lugar importante en la industria y ganó prestigio poco a poco hasta instalarse como arma indispensable para el director de la película. Pensemos sino en «Memento» esa joyita de Christopher Nolan, allí, el relato no es lineal y habla muy bien de cómo están repartidas las escenas.
A principios del siglo XX, los hermanos Lumiére, junto con Thomas Edison aceleraron los procesos creativos, y la tecnología sirvió para mostrar, en el cine, algo más que sólo imágenes y así poder proyectar verdaderos relatos de escenas filmadas en distintas locaciones para entretener al público y que este creyera que estaba viviendo una experiencia única. El montaje tiene la capacidad de controlar el ritmo de la narración, de demostrarle al espectador que una escena debe ir lento, a velocidad media o rápido a más no poder. En este caso podemos nombrar las peleas de «IP MAN»
Para ilustrar esto, pensemos en la persecución en autos por excelencia: la de Contacto en Francia. Una persecución con un ritmo frenético que deja al espectador atónito de tanta acción y adrenalina que está viviendo, esto pasa gracias al montaje de la escena, no nos agarraríamos la cabeza con tanta perfección si las tomas elegidas para sumar frenesí hubieran sido otras. El mismo criterio se aplica en las cintas de Rápido y Furioso.
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El trabajo del montajista es concretar una continuidad en el relato y contar lo que, exactamente, el director desea. El montaje debe ser coherente con una y otra toma, el espectador debe quedar conforme con lo que está viendo en pantalla y los cambio de escenarios deben resultar naturales. Por ejemplo, si notamos muchos cortes y de manera veloz, eso le imprimirá a la escena un ritmo trepidante, y por el contrario, si la toma es fija y existen uno o dos cambio y de manera pausada, eso le brindará al espectador una sensación más tranquila.
Por otro lado, hoy en día, están (casi) de moda, los «planos secuencia» que son tomas largas y sin cortes, aunque siempre se logra filtrar por internet la información que confirma que, en realidad, no fueron auténticos planos secuencia y que existieron cortes en le película, solamente que están bien disimulados. Los ejemplos son: «Birdman» de Ignacio Gonzáles Iñarritu y «1917» de Sam Mendes.
Por último, dejo en claro que el trabajo de montaje en la actualidad es una tarea tan minuciosa y precisa como la del director de la película. Es totalmente injusto que a veces pase desapercibida su labor.