La temporada 7 de “Los Simpsons” es icónica por muchas razones, casi que hay una infinidad de gags que salen de esta temporada para hacer memes versión argenta y hacernos reír por largo tiempo. Por dar solo un par de ejemplos, en esta temporada tenemos «La casa del horror VI» (que contiene el ataque de los anuncios, Pesadilla en la calle Siempreviva y Homero3), «22 historias cortas sobre Springfield» (la parodia por excelencia de Pulp Fiction), Bart vendiendo su alma, etc, etc. Pero dentro de esta temporada hay un capítulo que rompe con todo lo establecido. El 19 de noviembre de 1995, los televidentes presenciaron uno de los momentos más tristes de la historia hasta el momento de su estreno.
El episodio 136 de la serie presento uno de los personajes curiosamente guardados de la serie y con menos información al momento de su llegada, un personaje cuya voz fue hecha por la deslumbrante actriz (que estaba en su época de oro), Gleen Close, bajo petición del mismísimo James L. Brooks. “Mother Simpson” o “Mamá Simpson” como se tituló en Latinoamérica, fue la historia que nos presentó a la madre de Homero, Mona Simpson. Que como curiosidad no solo tiene la voz de Cruella de Vil en la versión anglosajona, sino que además su nombre esta inspirado en la esposa del creador y escritor de este capitulo Richard James Appel (entre otros capítulos que este hombre ha creado podemos encontrar «Bart recorre el mundo»).
Este episodio tiene icónicos momentos graciosos, desde “Bueno pues que no hay muertos en este maldito cementerio”, pasando por “Quiero una orden de arresto para uosdшiS I. jәшoH, ah debe ser griego” hasta “He esperado 25 largos años por este momento”. Es curioso pensar, que este mismo fue pensado para competir en los premios Emmys ese año, pero se prefirió enviar la casita del horror por su animación 3D. Perdieron contra un corto de “Pinky y Cerebro” y luego de eso el productor Bill Oakley dijo que “si hubiéramos nominado a «Mother Simpson», habríamos ganado fácilmente el premio.”
Y eso se debe a que nada se compara a lo brutal que son los últimos 2 minutos. 2 minutos que vuelven a esta serie animada un clásico de clásicos. ¿Por qué afirmo esto? Quizás no hay escena más conmovedora, cercana y chocante en toda la serie. El capítulo es hasta este momento gracioso y con una historia interesante, cuyo desenlace se precipita de manera magistral al drama humano, el drama de un hijo que ve como su madre debe abandonarlo una vez más pero al menos en esta ocasión el “está despierto”.
Por primera vez, la nota musical no termina de forma alegre bajo el clásico sonido Simpson, la música es melancólica, y como espectador no podes dejar de apreciar a Homero, que aparece solo, sentado en su auto contemplando con su mirada a las estrellas mientras los créditos finales pasan. Esto hay que agradecérselo a David Silverman, director del episodio, ya que el consideraba que “ninguna línea más era necesaria para ese final”, debido a esto es que durante su primer emisión ninguna promo fue incluida al final de este mismo.
Si uno revisa los comentarios de la gente en el internet cuando mencionan a esta escena, es curioso que la mayoría afirme haber derramado aunque sea una lágrima en esta parte. Posiblemente todos en el interior, nos podemos identificar con Homero en ese momento, un personaje que hasta ese momento era tonto, despreocupado y torpe. Porque ese sentimiento, el amor incondicional que siente un hijo por su madre, es el que lo vuelve real. Ese sentimiento hace que la animación trascienda la pantalla y toque nuestro corazón cuando dice “¡No me olvides!” a un madre que se va.