En ocasiones vemos en pantalla interminables introducciones que nos llevan a caminos sin salida; bueno, este no es el caso. Sin jeroglíficos ni atajos, directo al hueso. Así va el film de Mauro Iván Ojeda, «La Funeraria», que nos recuerda que en nuestro país se pueden hacer películas de terror sin que tiemble el pulso. Menuda tarea tiene el director con su primera cinta, posicionar nuestro cine en lo más alto de la mira internacional, buscando respeto y éxito. A continuación vamos a desglosar este film que anduvo pululando en los distintos festivales alrededor del globo, representando al terror y suspenso con toques sobrenaturales. Empecemos pues.
La trama es la siguiente: Luis Machín interpreta a Bernardo, el dueño de una funeraria que funciona en la parte delantera de su propia casa, y es atrás en donde se desarrollan las actividades cotidianas de su familia algo disfuncional, ya que él es padrastro de una joven que reniega todo el tiempo por lo que sucede allí. Y es aquí donde aparecen los problemas, debido a que el ambiente de esta morada no es el mejor, ellos viven rodeados de ataúdes, coronas y demás objetos relacionados con la muerte. La familia de Bernardo debe convivir con las «presencias» que se deambulan en la casa, y no con buenas intenciones.
Bernardo, su esposa Estela (Celeste Gerez) y la hija de esta última, Irina (Camila Vaccarini), no paran de tener problemas con estas apariciones que suceden bastante seguido en sus vidas. Dicha situación dará paso a los conflictos del pasado y las inevitables comparaciones de Bernardo con el padre biológico de Irina, quien ha muerto. La problemática familiar alargada durante toda la película es el hilo conductor que sostiene el suspenso de la historia, idea vista en la «Saga Warren», aunque con un ritmo algo más lento y cauteloso, debido, quizás, a que se lleva a cabo en una sola locación.
Lo que vamos a destacar aquí, es el apartado técnico, el cual es impecable y sin nada que envidiar a producciones extranjeras. La fotografía y la dirección de arte hacen de la casa familiar, una casa sofocante, tenebrosa, con una atmósfera tétrica y que, en los momentos silenciosos, nos recuerda a cualquier mansión embrujada. Todo el diseño de producción está preparado para que nos asustemos con sólo mirar a los personajes y sus rostros, lo que nos muestra que hay una buena dirección de actores, quienes interpretan su papel acorde a la ambientación que el director nos presenta.
Ojeda mete mano en su bolsillo y extrae el manual de los tópicos clásicos del género, utilizándolos en las escenas claves, moviendo la cámara como quien ha visto miles de estas cintas, ya sea «El Conjuro», Haunted Hill» o algún que otro «giallo italiano». Se agradecen las referencia a films clásicos como «El Ente» o «Poltergeist». Aunque el drama familiar siempre está presente impulsando las miserias humanas.
Lo flojo del film está en su velocidad, que podría ser algo más trepidante allí por la mitad. Y también debo decir que hubiera quedado mejor indagar más en el pasado de los protagonistas buscando mayor empatía con el espectador. El final es algo predecible para quien ha visto esta clase de historias, nuestros ojos piden una conclusión más visceral y sorpresiva. Cabe destacar que es la ópera prima del director y él ha realizado un muy buen trabajo con «La Funeraria». Te voy a dejar el tráiler a continuación.