Hellraiser es una de las franquicias de terror más reconocidas, junto a viernes 13, Halloween, La Masacre de Texas, Chucky o Candyman. La potente imagen de Pinhead forma parte ya de la cultura cinéfila y engrosa esa lista de villanos del terror junto a Jason, Michael Myers o Freddy Kruger. Dueña de una temática oscura, sórdida y extrema en lo violento, Hellraiser supo ser, indudablemente, las más arriesgada de las propuestas en terror de los ochenta y noventa, por su perturbadora mezcla de sadomasoquismo, gore y contenido sexual. Surgida de la retorcida mente del destacado escritor británico Clive Barker, Hellraiser nació en las páginas de la novela The Hellbound Heart de 1986. Apenas un año después Barker, consiguió que su novela se convirtiera en una película, quedando incluso el a cargo de la dirección, en lo que sería su debut tras las cámaras, iniciando así su carrera en el cine, a la par de la de escritor.
Estrenada en 1987, la adaptación, rebautizada ahora como Hellraiser, adaptaba de forma fiel el libro, salvo por un par de importantes diferencias. La más destacada es que el personaje de Kirsty pasa a ser ahora hija de Rory Cotton, en lugar de su amiga. Exceptuando algunos cambios menores más, el otro cambio a destacar es el protagonismo que adquiere aquí Pinhead, como el Cenobita que destaca del resto. Finalmente cabe destacar que la novela no tenía continuación, por lo que las secuelas ya no están basadas en ningún libro, salvo algún que otro concepto esbozado en la novela. Clive Barker tuvo control creativo y produjo las secuelas hasta la cuarta entrega, a partir de la cual las demás solo llevarían el nombre Hellraiser, siguiendo derroteros argumentales dispares, y una calidad descendente.
Actualmente la franquicia Hellraiser consta de diez entregas, estrenadas entre 1987 y 2018. El arco argumental iniciado con la primera entrega se agota en la cuarta película, a partir de allí (exceptuando por un breve regreso de la protagonista original en la sexta entrega) las películas se irán sucediendo como entregas independientes unas de otras, unidas solo por la presencia de Doug Bradley como Pinhead, el cenobita principal (por lo popular, no por otro elemento) al menos hasta la séptima entrega. Las dos últimas ya no cuentan con el actor, siendo la novena indudablemente la peor de todas, y la décima una especie de reinterpretación del mito que no terminó de funcionar.
Hellraiser (1987) – Hellraiser: Puerta al Infierno – Dir.: Clive Barker Prot.: Ashley Laurence, Andrew Robinson, Clare Higgins, Doug Bradley
En 1987 se estrena Hellraiser, producción británica que también fue le debut de Clive Barker como director. El hecho de que sea una película de terror inglesa no es superfluo, ya que la dinámica y estilo narrativo ingles impregna la obra. Con una puesta en escena escueta pero efectiva, con pocas locaciones y mayoritariamente filmada en interiores, el horror sobrenatural es aquí presentado como algo que podría surgir en una situación cotidiana.
La historia abre con Frank Cotton (Sean Chapman) negociando con un inquietante mercader en un perdido lugar de medio oriente sin identificar. Frank adquiere un misterioso cubo semejante a un cubo rubik pero de aspecto metálico, surcado por grabados y signos ilegibles. Tras el intercambio se oye decir al mercader que el cubo “siempre ha sido suyo” dando a entender la predestinación que hay de ciertos individuos hacia el misterioso objeto.
Poco después vemos a Frank manipulando el cubo en el ático de una casona, y tras varios intentos logra abrirlo. Seguidamente se abre un portal del que surgen unos extraños seres pálidos y cadavéricos, enfundados en ropajes ajustados que se asemejan a los usados en el sadomasoquismo. Además, lucen cicatrices y laceraciones de aspecto doloroso, todo esto acompañado de oscuridad y unas cadenas que modifican temporalmente el entorno. Aparentemente el cubo, llamado Caja de Lemarchand o Configuración del Lamento, permite abrir una puerta a otra dimensión, en la cual unos seres llamados Cenobitas ofrecen un nuevo mundo de dolor y placer sexual orgásmico, más allá de todo lo imaginado. Frank, quien ya ha experimentado todo tipo de placeres y vicios en su modo de vida nómade y hedonista, deseaba conocer nuevas formas de placer, sin darse cuenta de que hay un precio, y que, tras experimentar el placer prohibido, los cenobitas se lo llevarían a su dimensión donde pasaría una eternidad de sufrimiento.
En medio de un indescriptible dolor Frank es destrozado por las cadenas infernales de los cenobitas, y luego desaparecen, dejando el ático limpio y vacío.
Tiempo después, Larry Cotton (Andrew Robinson), hermano del desaparecido Frank y dueño de la casa, se instala junto a su nueva esposa Julia (Clare Higgins) y su hija Kirsty (Ashley lawrence). Larry desconoce que su esposa y su hermano vivieron un fugaz y tórrido romance y que ella aun piensa en él, más cuando descubre que aparentemente Frank estuvo viviendo allí.
Durante la mudanza, Larry se lastima la mano y deja caer unas gotas de sangre en el mismo lugar en que Frank murió. Esto provoca que después resurja el cadáver putrefacto de Frank y se reconstruya parcialmente. Poco después, Julia oye un ruido y al examinar descubre a Frank parcialmente reconstruido, aun sin piel. Tras superar el horror inicial, lo reconoce y Frank la pone al tanto de su situación, de que escapo del infierno y que necesita carne y sangre humana fresca para terminar de volver a la vida.
Julia accede a ayudarlo a espaldas de su esposo. En los siguientes días Julia seduce a varios hombres y los lleva engañados a su casa para ser asesinados y devorados por Frank. El plan estaba a punto de completarse cuando Kirsty descubre lo que ocurre y se hace con el Cubo que aún estaba allí. Luego de huir con él, lo abre y los Cenobitas aparecen listos para torturarla y llevarla con ellos, pero Kirsty los convence de conducirlos hasta a Frank, ya que sabe que huyó de ellos, a cambio de que la dejen ir.
Mientras tanto Frank ha asesinado a su hermano Rory y sed ha puesto su piel para pasar por él. Finalmente, el engaño es descubierto y Frank no logra huir de los cenobitas, quienes lo descuartizan. Por su parte, Kirsty logra huir a duras penas de los cenobitas, que también querían llevarla. Finalmente huye junto a su novio y trata de destruir el Cubo lanzándolo al fuego, pero el vagabundo que rondaba el barrio muestra su verdadero rostro al convertirse en una espantosa criatura, que salva al Cubo y se lo lleva.
El epilogo de la película nos muestra nuevamente una exótica locación en la que un desconocido nuevamente busca adquirir La Configuración del Lamento.
La primera entrega de Hellraiser es indudablemente la mejor de toda la saga, a pesar de contar con un exiguo presupuesto de un millón de dólares, logra transmitir una buena sensación de terror, merced a una ambientación tensa y oscura bastante bien lograda, y con efectos prácticos de maquillaje que sin duda son de lo mejor. Quizá los FX de luces hayan envejecido mal, pero aun así es una gran película para introducirnos en el mundo de los cenobitas y sus horrores.
Hellbound: Hellraiser II (1988) – Dir.: Tony Randel Prot.: Ashley Laurence, Clare Higgins, Doug Bradley, Kenneth Cranham
Tras el éxito de la primera entrega, la secuela no se hizo esperar y llegó apenas un año después. Clive Barker cedió el sillón de director a Tony Randel, quedándose el con el guion. La película comienza poco después de los eventos de la película anterior. Kirsty Cotton fue enviada a una institución psiquiátrica ya que es la única testigo de las muertes de su padre y madrastra. Allí entabla amistad con uno de los médicos, quien comienza a dudar acera de si lo que Kirsty cuenta es producto de su locura o si hay algo más. Todo esto empeora cuando conocemos al misterioso director de la institución, el prestigioso Doctor Channard (Kenneth Cranham), quien parece saber sobre el Cubo más de lo que parece.
Efectivamente, Channard lleva años buscando resolver el enigma del Cubo de Lemarchand y su dimensión de placer y dolor. Hace traer el colchón en el que murió Julia en la casa de Kirsty, y gracias a un paciente psiquiátrico replica lo ocurrido con Frank, trayendo a la vida esta vez a Julia, con la que hace un pacto similar al que ella hizo con Frank antes. El objetivo es que Julia muestre al Dr. Como llegar al otro mundo y conocer a los cenobitas. Con la ayuda de una joven paciente autista experta en resolver rompecabezas, Channard logra abrir la puerta al otro lado. Kirsty también logra colarse, con la esperanza de encontrar el alma de su padre, además de que intenta rescatar a la joven e inocente Tiffany, una chica autista experta en resolver romprecabezas.
Dentro del mundo infernal de los cenobitas, descubrimos como luce esta extraña y perturbadora dimensión. Julia traiciona allí al Dr y lo entrega a los cenobitas, quienes lo convierten en uno de ellos. Sin embargo, el nuevo cenobita-doctor resulta ser mucho más poderoso que los demás y comienza a asesinar a los demás cenobitas, revelándonos que eran originalmente humanos y como lucían. El propio Pinhead cae muerto, no sin antes recordar su vida de humano gracias a una fotografía que le muestra Kirsty. Es en ese momento de confusión en que Channard es derrotado y destrozado. Kirsty y Tiffany a duras penas logran huir de aquel mundo de pesadilla antes que la puerta se cierre, poniéndose a salvo.
La escena final nos muestra que están vaciando la casa del fallecido Dr Channard. Justo cuando van a sacar el colchón ensangrentado donde revivió Julia, del mismo surge un espantoso pilar giratorio decorado con todo tipo de horrores, en el que emergen las caras de los cenobitas y nuevamente el vagabundo preguntado «¿Que se le ofrece, señor?».
Hellraiser II es una más que digna secuela, la cual eleva la apuesta en cuanto a truculencia y gore explícito. Asimismo, resulta muy ambiciosa al intentar mostrar el mundo de los cenobitas, quizá excediéndose en las capacidades de la época (y del presupuesto) aunque aún así, es toda una experiencia visual y un despliegue de técnicas y efectos cinematográficos de la vieja escuela. Indudablemente es la segunda mejor de la franquicia.
Hellraiser III: Hell on Earth (1992) – Dir.: Anthony Hickox Prot.: Terry Farrell, Ken Carpenter, Paula Marshall, Doug Bradley
Tuvieron que pasar cuatro años para conocer la continuación de la historia de Hellraiser terminada en la segunda entrega. La franquicia entraba así en los noventas, década complicada para los viejos iconos del terror de los ochentas. La mayoría de ellos no tuvo un buen pasar por esta época. Hellraiser III traslada su acción a los EE.UU.
El pilar de los cenobitas que emergió del colchón ensangrentado en la entrega anterior fue a parar a manos de un dandy rico y hedonista llamado J. P. Monroe (Kevin Bernhardt), quien lo compró en una inquietante galería de antigüedades. Mientras tanto, una periodista llamada Joey Summerskill (Terry Farrell) comienza a investigar un extraño caso de homicidio que involucra a un hombre manipulando un extraño cubo. Su trabajo la lleva a descubrir que Pinhead busca recuperar su cuerpo físico y entrar a nuestro mundo por lo que hace un pacto con Monroe por el cual él le trae víctimas para que se alimente, ya que aparentemente fue exiliado. Además, Joey descubre que Pinhead era un antiguo soldado británico llamado Elliot Spencer, cuya alma humana ahora está en un limbo, disociada de su versión maligna de Pinhead, siendo justamente la parte puramente maligna la que busaca entrar en nuestro mundo.
Pinhaed logra entrar en el mundo real y se arma incluso un espeluznante grupo de nuevos Cenobitas con personas esclavizadas en un bar nocturno. La batalla se libra en varios planos, el real en donde Joey huye con el Cubo y trata de evitar que los cenobitas la capturen, y el sobrenatural, en donde Joey contacta con Elliot el cual se enzarza en una lucha contra su alter ego Pinhead. Finalmente, ambos vuelven a unirse, mientras que, en el mundo real, Spencer entierra el Cubo en el cemento fresco de una obra en construcción.
El epilogo de la película muestra como poco después, donde Spencer enterró el Cubo, se alza un imponente rascacielos con un inquietante diseño que recuerda al Cubo de Lemarchand.
La recepción de la película fue más tibia que las anteriores, y quizá uno de los aspectos más recordados de la misma es su banda de sonido, entre la que encontramos a Motorhead haciendo el tema “Hellraiser” que luego sería un clásico en su repertorio
Hellraiser IV: Bloodline (1996) – Dir.: Kevin Yagher. Prot.: Bruce Ramsay, Valentina Vargas, Kim Myers y Doug Bradley
Con Hellraiser IV llegamos al final de la saga iniciada en 1987, y lamentablemente después la saga iniciaría un declive del que ya no se recuperaría. Esta entrega comienza ambientada en una nave espacial en el año 2127. A mediados/fines de los noventas muchos guionistas tuvieron la desafortunada idea de enviar a sus iconos del terror al espacio. Así lo vimos con Leprechaun 4 (1996), Critters 4 (1992), Jason X (2001), Dracula 3000 (2004), todas con resultados terribles. Sin embargo, Hellraiser IV sale bien parado de su periplo espacial, ya que la historia está bien construida y el guion nos lleva no solo al futuro, sino al pasado y al presente.
La historia arranca en el siglo XXII en una nave espacial en la que un científico intenta abrir la Caja de Lemarchand. Pronto conocemos que se trata del último descendiente del juguetero que en el siglo XVIII diseño el primer cubo. El científico, el Dr. Paul Merchant (Bruce Ramsay), construyó dicha nave con un fin, pero no lo revelo a las autoridades. Por lo que la película inicia con un grupo de fuerzas especiales tratando de recuperar el control de la nave. Tras ello, el Dr. Es sometido a un interrogatorio el cual da pie a la película a contarnos la historia en varios tiempos, pasado, presente ty futuro. Así la acción se traslada a la Francia del siglo XVIII, en tiempos de la revolución francesa. Allí, un oscuro aristócrata aficionado al ocultismo encarga a su ancestro, el juguetero Philippe L’Merchant, la construcción de una Caja con la cual poder abrir un portal a una Dimensión de dolor y sufrimiento. Con ella, trae a este mundo a un demonio disfrazado de mujer llamado Angelique (Valentina Vargas). Philippe L’Merchant se arrepiente de su creación y diseña un Anti-Cubo que revierta el poder demoniaco de los Cenobitas. Sin embargo, la tecnología de la época le impide construir el artefacto. Pasan los siglos y la dinastía de los L’Merchant perpetuaron su dinastía hasta el siglo XX con el arquitecto John Merchant. Angelique lo rastrea y llega hasta el para ver si puede convencerlo de trabajar juntos. Mientras tanto, ella consigue llegar al Cubo sepultado en los cimientos del edificio. Pinhead se le aparece y le exige que regrese al infierno, a lo que ella se niega, e incluso trata de forzar a John a que trabaje para ella, pero al negarse lo asesina. Bobbi (Kim Myers), su esposa, se entera de lo que ocurre y logra hacerse con el Cubo y tras mucho esfuerzo consigue enviar a Pinhaed y Angelique a su mundo.
Así termina el relato del Doctor Paul Merchant en el siglo XXII en su interrogatorio a bordo de la nave ante las fuerzas especiales que enviaron a detenerlo. Tras convencerse de que está loco, ven como lo cenobitas invaden la nave y uno a uno eliminan a los militares. Solo queda la oficial Rimmer (Christine Harnos), quien finalmente le cree al Dr y juntos, deciden huir de la nave. Antes de ello el Doctor Paul Merchant activa la máquina que ideo, el Anti-Cubo diseñado por su ancestro en el siglo XVIII. Resulta que toda la nave es el Anti-Cubo, la cual comienza a cerrarse atrapando energía solar. Así, Merchant y Rimmer logran huir de la nave, capturando en el espacio para siempre a los Cenobitas.
A pesar de su propuesta ambiciosa y extravagante, Hellraiser: Bloodline sale bien parado al contar una historia satisfactoria que de alguna forma cierra así la saga iniciada en 1987. A pesar de ello, fue un fracaso en taquilla y critica en su momento, aunque con los años fue creciendo en la estima de los fans, más que nada dado a las secuelas que vendrían después.
Hasta acá llega el arco argumental iniciado con la primera película. A partir de aquí comienza lo que podríamos dar en llamar la “antología de cuentos de terror de Hellraiser” debido a que las siguientes películas contarán historias autoconclusivas, en las que Pinhead y el universo cenobita tendrán un papel secundario, por ser generosos. Además, los argumentos oscilaran entre el policial negro y el terror adolescente, a medida que nos adentremos en el siglo XXI.
Hellraiser: Inferno (2000) – Dir.: Scott Derrickson Prot.: Craig Sheffer, Nicholas Turturro, James Remar, Doug Bradley
La franquicia entraba en el siglo XXI con una propuesta totalmente distinta. El protagonista de esta historia es Joseph (Craig Sheffer), un policía corrupto, que engaña a su esposa y descuida a su hijo. Hasta que todo se vuelve oscuro y misterioso cuando empieza a investigar un homicidio de lo que parece ser un asesino serial que, tras mutilar a sus víctimas, planta el dedo de un niño en la escena del crimen. Todo comienza a complicarse cuando una de las victimas del asesino resulta ser la amante de Joseph, quien aparece muerta tras haber dormido con él, en una noche que no puede recordar por haber estado drogado. De ahí en más las situaciones irán sucediéndose de formas cada vez más desconcertantes con varios giros en la investigación, que cada vez involucran más a Joseph.
Esta quinta entrega de Hellraiser se desmarca de las películas previas al ofrecer un thriller psicológico con toque de policial negro y horror sobrenatural. El Cubo y los Cenobitas pasan a segundo plano y son solo el telón de fondo de una historia que recuerda más a Seven (1995) con una atmosfera cercana a la saga de videojuegos Silent Hill.
Hellraiser: Inferno no es una mala película del género, pero si es una extraña secuela de Hellraiser. Lamentablemente esta será la norma de ahora en más. La calidad de la película y su puesta en escena aun es aceptable, y la dirección de Scott Derrickson es correcta. Años después dirigiría Doctor Strange (2016).
Hellraiser VI: Hellseeker (2002) – Dir.: Rick Bota Prot.: Dean Winters, Ashley Laurence, Doug Bradley
Esta entrega recupera a Kristty Cotton (Ashley Lawrence) protagonista de las dos primeras dos películas. La historia se inicia con ella discutiendo con su marido Trevor (Dean Winters) mientras van en auto. La discusión deriva en un accidente en el cual Kristty muere. Trevor se convierte en el blanco de las sospechas de la policía. A pesar de ello, trata de rehacer su vida, sin embargo, oscuras visiones y retorcidos recuerdos comienzan a atormentarlo, sin que pueda comprender lo que sucede en su vida. En medio de ello, descubre que Kristty tenía la Caja de Lemarchand y trata de averiguar que conexión hay entre ello y lo que le ocurre con su vida. Trevor ya no puede confiar en lo que ve, ni distinguir lo real del sueño. Además, descubre que no era la buena persona que recordaba.
Nuevamente esta entrega de Hellraiser se decanta por el Thriller Psicológico sobrenatural, similar a su antecesora. Sin embargo, la influencia más notoria es sin lugar a dudas La Escalera de Jacob (Jacob’s Ladder) de 1990.
El regreso de Ashley Lawerence no aporta nada sustancialmente al lore de la saga, siendo más un gancho para atraer espectadores. Si bien pretende cerrar la historia del personaje.
La trama logra mantener enganchada a la audiencia porque el guion se mantiene, pero sigue el extrañamiento con el sentido original de la saga, convirtiéndose Hellraiser de esta forma, en una especie de “antología” de historias que tienen como nexo en común las presencia más o menos justificada del Cubo de Lemarchand o Pinhead y los Cenobitas. La tendencia se mantendría así. Afortunadamente aún se mantiene calidad cinematográfica en la producción, aunque sea ya un directo a DVD. Se puede destacar aun el muy logrado maquillaje en las escenas sangrientas.
Hellraiser VII: Deader (2002) – Dir.: Rick Bota. Prot.: Kari Wuhrer, Paul Rhys, Simon Kunz, Marc Warren y Doug Bradley
En el año 2005 vieron a la luz dos películas de Hellraiser, ambas dirigidas por Rick Bota. Muy distintas entre sí, la primera fue Hellraiser: Dedear en el mes de junio. Protagonizada por Kari Wuhrer en el papel de una reportera especializada en la marginalidad urbana, quien recibe de su jefe el encargo de investigar una extraña y mórbida secta religiosa que parece adorar a un misterioso hombre que hace del culto a la muerte y la resurrección su principal elemento. En lo que parece ser una cinta Snuff en vhs, se puede ver como una joven es asesinada en un oscuro ritual, para luego aparentemente revivir. El vhs llegó inexplicablemente a la oficina del periódico, y ahora Amy Klein (Kari Wuhrer) deberá viajar a Rumania para desentrañar lo que esconde esta criptica hermandad ocultista.
Durante su viaje encontrará peligros y gente de lo más misteriosa e inquietante, al punto que su propia vida cambiará para siempre al llegar al final de su búsqueda.
Esta séptima entrega de la franquicia recupera algunos de los elementos originales, como el horror más visual y locaciones cotidianas pero lúgubres. Logra estremecer por momentos y tiene escenas realmente perturbadoras. Quizá por momentos cae en algún que otro lugar común, sin embargo, es una secuela que se deja ver y tiene un final inesperado. Kari Wuhrer carga bastante bien con el peso de casi toda la trama, aunque quizá los secundarios no estén a la altura.
La puesta en escena es escueta pero efectiva, notándose que se optó por filmar en Rumania para abaratar costos, si bien fue una decisión acertada ya que parte de la trama descansa en el hecho de estar en un país extraño. Bastante recomendada.
Hellraiser VIII: Hellworld (2005) – Dir.: Rick Bota. Prot.: >Lance Henriksen, Henry Cavill, Katheryn Winnick y Doug Bradley
Con apenas tres meses de diferencia llegó ese mismo 2005 la octava entrega de la franquicia. Subtitulada como Hellworld esta entrega denota la influencia que empezaba a tener en el género de terror películas como Saw. Aparte la película apremia de elementos característicos de una Teen-movie de Terror.
La trama inicia con el aparente suicidio de un adolescente tras participar de un juego de rol por computadora llamado Hellworld. Esto dejo afectados a sus amigos, sin embargo, ellos deciden seguir del juego. Un año después el grupo de amigos recibe la invitación de participar de un festival solo para fanáticos del juego Hellworld. La velada es en una casona y está organizada por un misterioso hombre que se ha dedicado a coleccionar todo cuanto existe acerca de la historia del juego y las leyendas de Lemarchand. Cabe destacar que aquí El Cubo y todo el mito de Hellraiser es conocido por el público.
La fiesta de desarrolla con normalidad, con el grupo de amigos divirtiéndose, en un festejo en el que no falta el alcohol y el desenfreno. Pero todo se tuerce cuando los aparentes atractivos turísticos de la casa, tales como los instrumentos de tortura que se exhiben, empiezan a causar la muerte de los jóvenes. Uno a uno empiezan a morir, hasta el inevitable desenlace en el que descubriremos quien es el responsable de los crímenes.
La película carece de elementos sobrenaturales, salvo el epilogo. Siendo más bien un thriller de crimen y horror gore. Es indudablemente la más alejada al concepto de Hellraiser y posee un tono completamente distinto a la anterior, como si hubiera estado dirigidas por otra persona. No es una mala película de Horror y Gore, pero si una mala secuela de Hellraiser.
Sin duda alguna es la entrega más extraña, aunque como ya es norma desde la quinta entrega, no es una mala película de terror, pero si una mala secuela de Hellraiser. No necesita recomendación, pero si llegaron hasta la séptima película, nada impedirá que vean la octava.
Como nota de color cabe mencionar los roles del siempre intenso e interesante Lance Henriksen y los papeles de dos jóvenes que años después saltarían a la fama. Henry Cavill (Superman en DC) y Katheryn Winnick (Lagertha en Vikings).
Hellraiser IX: Revelatioins (2011) – Dir.: Victor Garcia. Prot.: Jolene Andersen, Steven Brand, Dan Buran y Camelia Dee
Tras un ictus de seis años sin películas, hacia 2011 se estrena Hellraiser: Revelations, la secuela más mala de la franquicia. Filmada de modo casi amateur, con un guion muy malo y actuaciones y puesta en escena propio del cine Z, quizá el único sentido de existencia de esta película haya sido meramente contractual. Aparentemente si no se hacía uso de la licencia Dimension Films perdía los derechos de usufructúo de la misma.
La trama de la película maneja dos arcos argumentales que luego confluyen. El primero gira en torno a dos amigos, Steven Craven (
Nick Eversman) y Nico Bradley (Jay Gillespie) que hacen un viaje por México, cámara en mano, durante el cual desaparecen. A la par, vemos a los padres de ambos chicos y la hermana de uno de ellos, reunirse para cenar mientras tratan de olvidar que sus hijos desaparecieron. Todo cambia cuando aparece la cámara de ellos y comienzan a ver el desenfrenado y lujurioso viaje que hicieron, durante el cual conocen a un vagabundo que les regala una misteriosa caja (el Cubo de Lemarchand) luego todo se vuelve extraño con escenas entrecortadas, sangre y muerte.
Eventualmente uno de ellos (Steven) reaparece en la casa malherido. Ese será el inicio de una serie de hechos extraños y sangrientos, entre los que encontramos miserias e infidelidades, confesiones e incomodas escenas familiares. En el acto final hacen su aparición los Cenobitas liderados por Pinhead (Stephan Smith Collins), quien por primera vez desde 1987 no es interpretado por Doug Bradley.
Hellraiser: Revelations no solo es la más mediocre de todas las entregas, sino que también es la más corta, con apenas 75 minutos de duración, los cuales, aun así, se hacen extensos. Totalmente prescindible y aparente final de la franquicia.
Hellraiser: Judgment (2018) – Dir.: Gary J. Tunnicliffe. Prot.: Damon Carney, Randy Wayne, Alexandra Harris, Heather Langenkamp y Paul T. Taylor
Más de treinta años después de la primera película, Hellraiser llega finalmente a su décima entrega. Con un presupuesto casi tan bajo que la anterior, pero con un mejor guion, reparto y puesta en escena, esta secuela funge más bien como una especie de Soft-reboot al desarrollar su propia mitología explicativa acerca del universo de dolor y placer infernal de los Cenobitas. Introduce personajes nuevos además de añadir elementos religiosos. El poco presupuesto de la película se nota que fue bien aprovechado. Aunque no deja de verse como un producto de explotación de serie B con toques de cine independiente experimental. Esto sumado al extraño filtro sepia que posee le da a la película un cierto toque encantador. Hellraiser: Judgment es la película de Hellraiser que todo amaría odiar.
La trama parece mamar de películas como Seven y Saw con toques de policial negro, al seguir a la pareja de detectives Sean (Damon Carney) y David (Randy Wayne) quienes estan tras la pista de un implacable asesino serial que mata a sus víctimas según los diez mandamientos. Sus investigaciones los llevan a descubrir una misteriosa casa en la que un ritual relacionado con una Caja tuvo lugar. La legendaria Heather Langenkamp tiene un pequeño papel. A la par, asistimos y vemos como “El Universo Cenobita” tienen lugar los juicios y sentencias a las almas. Por momentos la trama sobrenatural se asemeja a la lucha entre el Bien y el mal planteada en Constantine (2005) ya que hasta veremos el papel del Cielo y los Ángeles en la existencia de los Cenobitas y el trabajo encomendado a Pinhead.
La historia tendrá un par de giros de guion que quizá no sean del agrado de todos y que parecen más bien trucos para dar al guion un final acorde a una historia sórdida. Los añadidos al lore y los nuevos personajes son interesantes, pero poco explotados. La parte detectivesca también está bien, aunque un poco cliché y con giros de guion un poco predecibles.
Hellraiser: Judgment es indudablemente la secuela más original de todas, pero no está exenta de problemas y se echa de menos un mayor presupuesto. Veremos hacia donde sigue la saga, ya que se planea un reinicio total de la misma.
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